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VIAJES Y COOPERACIÓN

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lunes, 15 de septiembre de 2008

RECETA PARA UN GENOCIDIO

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Rwanda, 1994



Cuando uno lee lo que sucedió en Rwanda en 1994, sólo cabe hacerse la misma pregunta una y otra vez: ¿por qué? ¿qué puede llevar a un pueblo a intentar matar a sus vecinos de toda la vida? ¿locura colectiva transitoria? Quizá sí, quizá no.
Una de las cosas que más impresiona de este capitulo reciente de la sinrazón humana es que las matanzas no las realizó ningún cuerpo militar o policial (como ocurriera, por ejemplo, en la segunda guerra mundial) sino que fueron los propios campesinos los que empuñaron el machete contra sus ex-compañeros de cervezas.
Para comprender un suceso como el ocurrido en Rwanda (si es que se puede llegar a comprender) no se puede buscar una sola respuesta a la pregunta de cuál fue su origen, fueron muchos. Algunos los conocemos, otros escapan seguramente a nuestras mentes de país occidental desarrollado.
Para que una genocidio de esta magnitud tome forma, no podemos pensar en una única causa, si no que hay que estudiar y analizar multitud de ingredientes que, aunque por sí solos no podrían ocasionar daños tan importantes, unidos hacen que una locura inconcebible como el genocidio de Rwanda no sólo pueda ser concebible sino que se transforme en realidad como así sucedió durante aquellos infernales meses que fueron de Abril a Mayo de 1994.



INGREDIENTES PARA UN GENOCIDIO (el orden es casual, no pretendo otorgarle a ningún ingrediente más peso que a otro)

1. Rivalidad Histórica.
El odio desencadenando en Rwanda entre tutsis y hutus no puede venir de una disputa aislada, de un conflicto de unos días, o unos meses, o ni siquiera unos pocos años. Es un odio alimentado tras varías generaciones, transmitido de padres a hijos y alentado por las clases dominantes.
En la conferencia de Berlín (1885), las potencias colonizadoras europeas trazaron fronteras y crearon países como les interesó, sin el más mínimo respeto por los habitantes de aquellos lugares, obligando en muchos casos a convivir bajo un mismo gobierno a diferentes etnias que no tenían nada en común, y generando numerosos conflictos territoriales.
Los tutsis son minoría en Rwanda pero formaban la elite intelectual del país y durante muchos años formaron parte del poder junto a los colonizadores belgas.
Fue con la llegada de la descolonización, cuando se invierten los papeles y tras una revolución campesina y la huida forzada de muchos tutsis, los hutus toman el poder del país, alrededor de 1960.
Ambos grupos, tanto hutus como tutsis, cometen abusos (entre ellos varias matanzas) cuando están en el poder, aunque bien es cierto que ninguno de la magnitud del ocurrido aquella primavera.
En 1962, se proclama la República de Rwanda.
Tras un golpe de estado en 1973 a cargo de Habyarimana, él mismo es elegido presidente democráticamente 5 años más tarde.
Rebeldes tutsis son entrenados en la vecina Uganda para recuperar el poder del país, mientras en Rwanda se realizaban esporádicamente “pequeñas” matanzas de tutsis.
En 1990 comienza una gran ofensiva de los rebeldes tutsis para recuperar el poder del país.
Unos meses antes del genocidio se impulsa un acuerdo de paz apoyado por la comunidad internacional entre el presidente del gobierno hutu y los rebeldes tutsis.
Mientras tanto, en la sombra, grupos hutus extremistas planificaban el genocidio. La Radio de Las Mil Colinas llevaba meses sembrando mensajes de odio y desprecio hacia la vida de los tutsis.
La tarde del 6 de abril de 1994, el presidente de Rwanda es asesinado en su avión, hecho que desencadenó una de las mayores tragedias de la historia reciente de la humanidad.

2. Falta de educación, ignorancia, analfabetismo…MANIPULACION
Personalmente me niego a creer que cuando miles de hutus cogieron el machete casi al unísono y se lanzaron en masa, sin dudar, a asesinar a todos los tutsis que encontraron, lo hicieran por pura maldad.
En cierta medida, muchos de aquellos verdugos eran también victimas.
Es obvio que los actos que cometieron fueron horribles, pero cuando una masa tan grande de gente realiza acciones de este calibre, cabe preguntarse a que se deben estas acciones, ¿a su voluntad personal? ¿o a una voluntad colectiva? ¿o a un lavado de cerebro con intereses muy claros por parte de unos pocos?
Todos aquellos campesinos que cogieron el machete y asesinaron a sus vecinos, ¿hubieran ellos solos pensado alguna vez en llevar a cabo estas matanzas?
Por mi parte no quiero eximir de culpa a ninguno de los asesinos, pero tampoco sería justo otorgarles la misma responsabilidad a todas las personas que participaron de manera activa en los hechos.
Jean Hatzfeld nos ofrece en su libro “Una temporada de machetes” la visión de los asesinos. Consigue permiso para entrar en prisión y entrevistarse con los prisioneros encarcelados por su participación en las matanzas. En este libro nos ofrece sus testimonios, imprescindibles en mi opinión para cualquier persona interesada en el tema.
Muchos de los asesinos se arrepienten de lo ocurrido, dicen no saber realmente lo que les sucedió. Seguramente algunos de ellos simulen su arrepentimiento para poder rebajar su castigo, pero otros no. Otros se arrepienten sinceramente, y es ahora con la distancia que otorga el tiempo cuando son realmente conscientes de la magnitud de sus acciones.
Una campaña emprendida meses antes destinada a lavar el cerebro de los campesinos hutus, destinada a sustituir su rivalidad contra los tutsis por un odio irracional fuera de todo sentido , quizá fuera en gran medida culpable de esa “voluntad colectiva”.
Durante el genocidio cualquier persona que no participara en las matanzas, que no mostrara públicamente su odio a las cucarachas (es así como llamaban a los tutsis) estaba expuesta también a ser rajado con el machete bajo la sospecha de traición.
Las milicias Interhawme (extremistas hutus y principales alentadores de las matanzas) controlaban que todos los campesinos participasen en los asesinatos como si de una jornada laboral se tratase. Escaquearse un día de la actividad de buscar, encontrar y rajar tutsis era motivo de multa si no tenias una excusa convincente.
También creo importante terminar este punto reseñando que el pueblo hutu era un pueblo principalmente campesino y analfabeto, que en líneas generales no gozaban del desarrollo intelectual del que gozaban los tutsis. Por ello, se trataba de un pueblo relativamente fácil de manipular.

3. Indiferencia de Occidente.
Otro condicionante que ayudó a que las matanzas se llevaran a cabo fue la reacción de los únicos que hubieran podido parar el genocidio, los países del llamado primer mundo, de Occidente. Simplemente lo ignoraron (al igual que en la actualidad se ignora la guerra en la R.D.del Congo, y tantas otras).
“Agarraron” todos los blancos que había en Rwanda (turistas, diplomáticos, religiosos, cooperantes…) y los mandaron lo más rápido que pudieron para casa.
Sin blancos que pudieran ser testigos e intentar impedir la masacre, las milicias Interhawme se crecieron en su intención de exterminar a toda una etnia.
No se trata de afirmar que Occidente fueran el causante del genocidio, pero si que es cierto que cuando tienes el poder de frenar una masacre de este tipo, también tienes la responsabilidad de hacerlo, y los países “desarrollados” no asumieron esa responsabilidad, simplemente miraron hacia otro lado.
Y deberíamos preguntarnos ¿por qué miraron hacia otro lado?

4. Desigualdades económicas.
Rwanda, un país pobre y pequeño, con un gran densidad de población, un país donde no todo el mundo tiene un pedazo de pan que llevarse a la boca cada día es un lugar idóneo para hacer germinar el odio. Cuando no tienes nada, tampoco tienes nada que perder.
Los tutsis en líneas generales tenían una posición económica más elevada que los hutus, lo cual alimentó la envidia, unido a la recompensa que suponía para los hutus el saqueo de las casas de los tutsis muertos. Durante las matanzas, los hutus no cultivaron sus cosechas, su jornada laboral era salir a matar y sus beneficios eran las vacas y bienes materiales de los tutsis.

5. La lucha por el poder.
Rwanda estaba en guerra. El ejercito ruandés controlado por los hutus se enfrentaba a los rebeldes tutsis del FPR (Frente Patriótico de Rwanda) que avanzaba cada vez más hacia el interior.
Aunque bien es cierto que el país estaba inmerso en un proceso de paz, la violencia que lo sacudía era bastante grande. La población veía la muerte como algo relativamente familiar y cercano, aunque nadie podía imaginarse hasta que punto la muerte se convertiría en algo familiar en sus vidas.
Los instigadores de las matanzas veían la eliminación de los tutsis como una garantía de su continuidad en el poder.
Por otro lado, algunos tutsis del FPR que acabaron alcanzando el poder de Rwanda (autores del asesinato del presidente, acto que como ya se sabía de antemano terminó desencadenando el genocidio) habían sido armados y entrenados por Estados Unidos. Cabría mencionar en este punto la importancia para un país como Estados Unidos de controlar países como Rwanda, Uganda o Burundi, todos ellos fronterizos con la República Democrática del Congo, país con unas enormes riquezas mineras, saqueadas en una cruenta guerra (que ha provocado alrededor de 5 millones de muertos) por estos tres países mencionados los cuales son financiados militarmente por el país norteamericano…
El interés de EEUU en que la guerra no cesase hasta que los tutsis, “sus aliados”, estuvieran en el poder podría haber sido también un factor importante en el desarrollo de los acontecimientos. La matanza de tutsis por parte de los hutus fue “la excusa perfecta” para la invasión final del país.



Estos podrían ser algunos de los ingredientes. No están todos por supuesto. Quizá ni siquiera estén los más importantes, no lo sé. Tan solo me he limitado a escribir lo que pienso que pudo estar en el origen de aquellas matanzas, desde mi lejana perspectiva, desde mi ignorancia sobre las personas que habitaban Rwanda en aquel momento, desde mi limitación al escribir sobre acontecimientos de los que tan solo puedo opinar a traves de libros o películas.
Tan solo expongo las ideas, pensamientos que cruzan mi mente al pensar en un genocidio como el ocurrido en Rwanda.
Las declaraciones de Claudine, una campesina tutsi superviviente que en aquel entonces tenía 21 años, se adaptan perfectamente a mi opinión sobre el genocidio.

“Creo que nadie escribirá nunca en orden todas las verdades de esta tragedia misteriosa, ni los profesores de Kigali y Europa, ni los círculos de intelectuales y políticos. Cualquier explicación fallará por un lado o por otro, como una mesa coja. Un genocidio no es como unas malas yerbas que crecen de 2 ó 3 raíces, sino que crece de un nudo de raíces que han echado moho mientras estaban enterradas sin que nadie se fijase en ello”.

Quizá uno puede leer los ingredientes que enumero en estas líneas, puede pensar en muchas otras causas que pudieran poner su granito de arena para que el genocidio se llevara a cabo, pero por muchas causas que encuentre, siempre terminan en la misma pregunta…
¿pero por qué?
Da igual todo lo que puedas leer, ver o escuchar sobre aquellas matanzas. Siempre te asaltará la misma pregunta.
¿Pero por qué?
Quizá sólo los que allí estuvieron puedan comprender que se les pudo pasar por la cabeza a todos aquellos campesinos hutus.
Yo desde luego por mucho que lo intente no acierto a comprender que sucedió aquellos días en Rwanda. Parece como si una locura colectiva se hubiera adueñado de aquellas personas, como si el mismísimo demonio hubiera poseído a todo un pueblo durante unas semanas para recrear el infierno sobre la tierra.
Uno puede plantearse muchas cosas acerca de Rwanda, de sus gentes, de aquellos episodios imposibles de olvidar y que dejaron su huella en futuras generaciones. Uno puede pensar mil y un motivos, elaborar mil teorías, pero al final siempre la misma pregunta, el mismo callejón sin salida.
¿Pero por qué?

Yo me pregunto que habría hecho yo en su lugar. ¿Cómo habría actuado si hubiera estado en el pellejo de aquellos miles de campesinos hutus que por unas semanas se convirtieron en despiadados asesinos?
Pero no me refiero simplemente a estar allí, entre ellos, los días de las matanzas. Eso no sería ponerse en su lugar. Me refiero a que hubiera hecho si hubiera estado allí siempre, si hubiera crecido en ese ambiente constante de enfrentamientos, si nadie me hubiera enseñado a leer, si hubiera tenido que trabajar duramente de sol a sol para poder comer cada día mientras algunos vecinos disfrutaban de mayores riquezas, si al escuchar la radio desde pequeñito ésta me incitara al odio contra mis vecinos, si lo único que hubiera aprendido a manejar con soltura hubiera sido el machete…
Los horribles actos que cometieron los campesinos aquellos días no son por supuesto justificables, algo así no puede jamás ser justificable, pero si hacemos ese esfuerzo de intentar ponernos en su lugar (y digo intentar porque jamás lo conseguiremos) si hacemos ese esfuerzo, quizá comprendamos que a veces no es tan fácil juzgar…



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Libros:
“Una temporada de machetes” de Jean Hatzfeld
“Ébano” de Ryszard Kapucinski (capitulo 16: Conferencia sobre Ruanda)
“Un domingo en la piscina en Kigali” de Gil Courtemanche

Películas:
“Hotel Rwanda”
“Shooting dogs”

Algunos análisis del conflicto:
Revision
Monografias
Blog de C.Gonzalez

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Javier Reverte también visitó en Ruanda algunos de los lugares testigos macabros del conflicto y la lucha fraticida. Se puede leer en su libro Vagabundo en África, capítulo 14 "Un país de ojos tristes".
Saludos!

Alex dijo...

Gracias Joaquina! lo buscare

Anónimo dijo...

Very good!

guillermomota dijo...

cuidado venezuela con una posible revolucion de estas encxabezada por el comandante mentira fresca(chavez) alimentando el odio hacia sus partidarios (ignoirantes y fanaticos)en contra de toda nuestra poblacion...