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VIAJES Y COOPERACIÓN

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martes, 21 de septiembre de 2010

UN PASEO POR EL PARAISO




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Doce horas de un infernal autobus separan el inicio del paraiso del trafico y la polucion de una ciudad caotica.
Kathmandu, mitica ciudad donde las haya, abarrotada de templos, de todos los tamaños y colores, abarrotada tambien de perros escualidos y montones de basura, de amplias sonrisas y sonidos de claxón que jamas cesan.
Un autobus, desafiando a la muerte en cada curva, se aleja de esta gran ciudad y se va poco a poco adentrando en las montañas del Himalaya, unas montañas más verdes y verticales a cada kilómetro recorrido.
Su destino, un pueblo de nombre impronunciable, escrito de un modo diferente en cada uno de los letreros que adornan sus calles, es el inicio de una ruta exigente y espectacular.
Encajonando entre montañas selvaticas, se abre camino un sendero hacia lo alto. Destrozando las piernas con subidas y bajadas constantes, se atreve a desafiar a las montañas y al fuerte río que desciende con violenciaa arrasando todo a su paso. El agua procedente de los glaciares y el monzón choca bruscamente contra las rocas produciendo por momentos un ruido ensordecedor.
Los monos bailan entre las ramas dando la bienvenida a todos aquellos afortunados que atraviesan esos bosques.
A pesar de que la altitud va creciendo, poco a poco, lenta pero constante, la vegetación no desaparece hasta mucho más alto de lo que uno podría imaginar.
Pequeños pueblos de casas bajas y gente amable se entrecruzan con el sendero. Pueblos donde jamas llego un automovil, donde aun persisten valores ya olvidados en otras sociedades. Pueblos donde la vida debe ser muy dura, sobre todo en invierno, donde crecen niños con mocos y caritas redondas, con mofletes castigados por el sol. Pueblos donde viven gentes expulsadas de su Tibet, de su tierra, pero que aceptaron su destino con una sonrisa amable, una mirada cansada y un té entre sus manos que ofrecen al extranjero.
Por momentos, la niebla lo cubre todo y es imposible saber donde te encuentras, si aquel paraje es real o se trata de un sueño. Los yaks caminan despacio entre la niebla y te recuerdan que estás en el Himalaya, entre sherpas y tibetanos, disfrutando del paisaje y la tranquilidad que esta tierra te ofrece.
Y la generosidad del Himalaya vuelve a hacerse patente y manda callar a las nubes y nos muestra majestuoso algunas de sus mas altas montañas. Y el amanecer se tiñe del blanco de sus grandes picos. Y allá donde la vista nos lo permite, aparecen montañas imponentes recordandonos lo pequeños que somos, recordandonos que ellas ya estaban aqui mucho tiempo antes que el ser humano se atreviera siquiera a imaginarlas, mostrandonos la vida, mostrandonos su fuerza.
Si el paraiso existiese sobre la tierra, bien podria llamarse Langtang...
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